¿A quién le han roto el corazón? ¿Quién no rompió el corazón de alguien? Todos hemos vivido una tusa o despecho, han sido momentos con una mezcla de pensamientos, emociones y acciones, unas veces más larga y otras más corta.
Hace unas semanas un martes, a las 6:25 p.m. vi en la pantalla de mi celular el nombre de mi amigo Roberto, le contesté con mi particular manera de saludar: “que milagro ver su nombre en mi celular, es una bendición para mí”. En ese momento Roberto me dijo: “Mi matrimonio se acaba de terminar”. Su frase me dejo sin palabras y sentí un frío profundo en todo mi cuerpo. No sabía que decir.
Roberto estuvo hablando por varios minutos, me narró toda la situación. Por primera vez lo escuché con la fuerza para asumir lo que estaba pasando. No había lágrimas y detrás de cada palabra sentí la incertidumbre de lo que vendrá. Era un momento duro para Roberto y para mí, sé lo que había hecho para sostener su matrimonio y dar un lugar al “para toda la vida”. En muchos momentos le vi hacer mil vainas para estar presente con detalles y decir abiertamente un Te Amo. Hablamos por más de una hora, hubo preguntas sin respuestas, entendí que nada estaba claro, probablemente esa realidad no iba a cambiar en un corto plazo, supe que se iniciaba un camino para acompañar a Roberto en la bien llamada tusa.
Desde ese martes han pasado muchas cosas y ha sido un camino que hemos recorrido. Hoy agradezco por todo lo que he aprendido acompañando a Roberto, que también ha sido acompañarme a mí mismo.
Roberto ha sido bendecido con el acompañamiento de varios amigos, algunos desde la distancia y otros hemos estado en medio de un café, vino, con canciones, caminando entre la gente, llamadas y en el silencio.
Cada amigo ha mostrado a Roberto su visión para vivir la tusa, hemos dicho algunas frases como: “Usted sigua para adelante”, “Usted no mira para atrás”, “Tiempo”, “Todavía tienen muchas cosas que los une”, “Mueva la energía en su casa”. Por supuesto, que hay recomendaciones, desde las más mundanas hasta las más espirituales. Cada uno vive la tusa desde sus creencias y lealtades invisibles. Cuando vivimos la tusa, podemos estar siendo leales a un miembro de la familia y eso nos impulsa hacia cómo asumirla y sanar.
A través de Roberto estoy descubriendo la tusa desde un espacio diferente. Lo he visto sacar su fuerza, esa que pensé no existía en él.
Darse cuenta que no lo habían “abandonado” y que era una decisión de su pareja de no continuar adelante con el matrimonio. Es diferente vivir su realidad desde el fin de una relación y no desde el ser abandonado. En el abandono, se convertía en la víctima de la otra persona.
En una conversación que Roberto tuvo con un amigo se dio cuenta que declarar: “mi matrimonio se terminó” lo empujaba a soltar las esperanzas, eso le permitió entrar en el duelo y comenzar a nadar profundo en un mar que seguro lo llevará a nuevas tierras.
Nuestra amiga Clara estuvo con Roberto el día en el que se reencontró con un espacio más vacío. Entre sus manos estaban nuevamente muchos de los detalles que él había regalado, y que ahora no tenían un sentido o excusa. Solamente tenían una gran pregunta ¿Para qué? Clara nos contó que Roberto ese día lloró, con la misma fuerza con la que estaba afrontando su realidad. Ella lo acompañó en silencio, para escuchar el dolor profundo que salía en cada lagrima. Por unos días a Roberto le dolía el pecho, ese lugar que llaman el plexo solar, algunos de nuestros amigos le dijeron: “hombre, ese dolor es el corazón partido”.
Sé que algunas personas en medio de la tusa pueden herir a las demás. Quieren vengarse o hacer sentir a la otra persona el dolor que están sintiendo. Es humano, solamente que no es sano y genera muchas heridas que tomarán más tiempo cicatrizar. Ahora tengo más claro que en medio del dolor necesitamos cuidarnos y cuidar al otro.
Un lunes a las 9:00 p.m. recibí una llamada de Roberto y en su voz escuché la alegría de un niño que recibía un gran regalo. Roberto me contó que entre sus libros había encontrado un par que yo le presté. Estuvo leyendo a Fred Kofman y entendió que la decisión de terminar el matrimonio no había sido suya. Ahora su responsabilidad era afrontar la realidad con la certeza que podía hacer cosas para estar en bienestar y volver a ser feliz. Me dijo: “esa vaina del éxito más allá del éxito me está abriendo la posibilidad de vivir mi separación siendo fiel a mis valores, no me importa lo que haga o deje de hacer mi ex, yo quiero estar en paz con mis valores”. En ese momento me di cuenta que Roberto iba a comenzar a vivir su duelo de una manera diferente. Desde ese día lo he visto estar más tiempo en paz.
He visto a Roberto honrar lo que está viviendo y hacer algo bueno con su realidad, cogiendo con fuerza varios de sus sueños e impulsando sus pasos en nuevos caminos.
Por muchos años viví mis tusas desde la pérdida y el dolor, hoy la reconozco como un lugar para redescubrir fortalezas y sacar lo mejor de nosotros. Seguramente todavía queda mucho por sanar y estoy seguro que Roberto, a partir de esta historia, va a crear nuevas realidades.
Ayer me encontré con Roberto y tomamos un café, me contó que está evaluando la propuesta de Juan David de irse por un tiempo para otro país y trabajar con él. De pronto sea también la oportunidad para finalmente hacer su maestría o construir la casa que sueña. Reímos recordando la película “Bajo el sol de Toscana”.
En medio de la conversación Roberto me dijo: “aun en el dolor, el alma siempre puede recomenzar”, pude escuchar la esperanza y el entusiasmo para continuar transitando su separación.
Caminamos un poco y en una esquina nos despedimos. Vi a Roberto caminar y alejarse, me di cuenta que ya él no es el mismo que me llamó ese martes a las 6:45 p.m., el dolor lo tocó y lo transformó. O de pronto el que cambió fui yo y por eso hoy lo veo diferente.
No sé que decida Roberto, aun queda camino para vivir su tusa y firmar el divorcio. Lo que sí tengo claro, es que mi amigo ahora tiene una fuerza que había dejado dormida por muchos años.
Tengo el permiso de mi amigo Roberto para contar su historia, es una posibilidad para sanar y encontrarse con otros corazones. Le agradezco profundamente por regalarme la oportunidad de transitar entre los tesoros de la bien llamada tusa.
Rafo Rivero
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